“HABLANDO DE CALENTAMIENTO” es el título de un artículo firmado por el destacado periodista Cristian Nielsen, conductor del programa Tierra Tv Paraguay, emitido de lunes a viernes de 05:00 a 05:30 hs. con repeticiones los domingos de 15:00 a 17:30 hs. por Paraguay TV HD.
En un material difundido en las redes sociales, cuestiona severamente a los impulsores del proyecto de Ley de Deforestación Cero para el Chaco “fogoneado por oenegés ambientalistas” porque puede malograr las posibilidades concretas de desarrollo del Paraguay en materia agroalimentaria.
Transcribimos a continuación el texto completo:
El Paraguay tiene autoridad moral para sentarse a hablar con las grandes potencias mundiales en materia de calentamiento global y emisiones de anhídrido carbónico.
Protocolo de Kyoto aparte, nuestro país puede golpear la mesa y devolver con creces cualquier intento de imponernos condiciones para el uso de los recursos naturales sujetos a nuestra soberanía.
Existe hoy en el Congreso un proyecto de ley conocido como de “deforestación cero” para la región Occidental fogoneado por oenegés ambientalistas. El argumento principal de este planteo es que el Chaco va a ser destruido ecológicamente si no se detiene hoy mismo el desarrollo de las actividades agropecuarias en ese territorio.
Como en toda cuestión ambiental, se utilizan medias verdades para arribar a conclusiones que pretenden ser definitivas. Estos operativos tienen un marcado tinte ambientalista de fachada y de no ser detenidos a tiempo, pueden malograr las posibilidades concretas de desarrollo del Paraguay en materia agroalimentaria.
La proyectada ley busca que el Chaco quede tal y como está ahora, alegando -entre otras cosas- que los bosques nativos son amortiguadores naturales del cambio climático al absorber carbono atmosférico. Pero eso está en discusión. Algunos especialistas estiman que un bosque ya maduro y estable toma del aire un mínimo de CO2 mientras que una pastura sembrada o un campo cultivado absorben mucho más. Así el Paraguay, líder mundial en agricultura directa, contribuye tanto o más a la captura de carbono atmosférico con sus cultivos de laboreo cero y sus millones de hectáreas de pasturas para ganadería que con sus bosques ya existentes.
Pero las recomendaciones de las “economías centrales” dicen que en el Paraguay tenemos que parar de deforestar con fines de uso agropecuario para mantener bosques que retiren de la atmosfera todo el veneno generado en los grandes conglomerados industriales de EE.UU., Europa y China. Y que no nos preocupemos, que van a compensarnos por ese gesto. La compensación se llama “créditos de carbono”, una entelequia.
A Brasil quisieron convencerlo con ese discurso intentando prohibirles tocar la Amazonia, “pulmón del planeta”. “Nones” dijeron en Brasilia. “A Amazonía e nossa”.
El Paraguay es además líder en producción de energía eléctrica limpia. Para producir el equivalente de la cuota de electricidad que nos toca de Itaipú, otras sociedades tienen que tirar a la atmósfera 31 millones de toneladas de CO2 por año quemando petróleo. Nosotros no sólo no lo hacemos, sino que además, con la siembra directa en más de 2.200.000 hectáreas, retiramos de la atmosfera otras 36.000.000 de toneladas anuales de C02. Solamente con esos dos rubros, el Paraguay compensa 16 veces la cuota de emisión de C02 que le asignan los estudios internacionales.
Entonces, ¿tenemos o no autoridad moral para hacer con nuestras tierras y nuestros bosques lo que creamos conveniente a nuestros intereses del desarrollo, de generación de riqueza y de creación de oportunidades de trabajo para miles de paraguayos? El Chaco está estudiado de punta a punta en su realidad ambiental y protegido por leyes cuya observación es suficiente garantía.
No seamos ingenuos bajando una vez más la cabeza ante los grandes envenenadores mundiales sólo porque un par de ambientalistas con el ceño fruncido nos levantan el dedo acusador, retándonos por encargo de terceros.
Es como para calentarse… ¿o no?