La madera es el material constructivo del futuro. No levante cejas de sorpresa, porque detrás del eslogan publicitario hay una verdad incuestionable: los nuevos materiales obtenidos a partir de la madera, especialmente los paneles de madera contralaminada (conocidos como CLT, siglas de Cross-Laminated Timber), están revolucionando el mundo de la arquitectura.
Fabricado a partir de varias capas de madera superpuestas en ángulo de 90 grados, pegadas y después prensadas, el CLT se ha convertido en los últimos años en un recurso constructivo cada vez más frecuente, plantando cara al hormigón y al acero. Sus ventajas no dejan lugar a dudas: es un material robusto pese a su ligereza, acelera los tiempos de construcción, ofrece un buen aislamiento acústico y térmico, es renovable y, lo más importante, es capaz de capturar CO2 en vez de producirlo.
En un tiempo en el que la arquitectura sostenible es más necesaria -y está más de moda- que nunca, esas características suenan a música celestial. Lo que comenzó como solución para casas unifamiliares y pequeños edificios a mediados de los 90, principalmente en los países escandinavos, Austria y Canadá, ha dado lugar a una carrera internacional en pos del edificio de madera más alto del mundo, récord que ahora mismo ostenta la Pagoda de Yingxian (67 metros de altura), edificada hace nada menos que 960 años sin un sólo clavo.
Ha tenido que pasar casi un milenio para que nos demos cuenta de los beneficios de la madera como material idóneo para los edificios en altura. En 2013, el arquitecto canadiense Michael Green, convertido en nuevo gurú de la madera maciza, llevó su pasión por estos nuevos materiales más allá. Tras presentar su investigación en Yale, en una charla TED habló de la necesidad de utilizar el CLT para construir rascacielos. Un año después, el estudio de arquitectura SOM (responsable del edificio más alto del mundo, la torre Burj Khalifa de Dubai), presentó una investigación en la que revelaba las técnicas y procesos necesarios para construir una torre de 42 pisos con estructura y envolvente a partir de este material.
Desde entonces se han ido batiendo récords, solventando normativas anticuadas que impedían la construcción de edificios de madera que superaran las cuatro alturas. Hay varios de más de 10 plantas ya construidos: el Treet en Bergen (Noruega), el Brock Commons de Vancuver (Canadá) y el Forte en Sydney, pero en cinco años esa altura puede triplicarse con proyectos todavía sobre el papel, como la Oakwood Tower de Londres: 300 metros verticales junto a la Catedral de San Pablo con 1.000 potenciales viviendas.
Para conocer de cerca este creciente fenómeno arquitectónico, hablamos con Thomas Robinson, fundador de Lever Architecture, que hace una diferenciación importante: «Es importante distinguir entre propuestas conceptuales y propuestas reales. Ambas son muy importantes, pero yo estoy más interesado en lo que de verdad podemos construir hoy en día». En apenas unos meses, Robinson comenzará en el centro de Portland la construcción de su edificio más emblemático, el Framework, que con 12 plantas y casi 50 metros de altura será el más alto construido con madera de EEUU.
Uno de los mayores recelos en relación con la madera tiene que ver con su resistencia al fuego. El Framework acaba de superar con éxito una exigente prueba anti-incendios: «La exposición de la conexión entre una viga y una columna a un fuego intenso durante dos horas».
Las ventajas que ofrece el CLT no se quedan ahí, según Robinson: «Los paneles son increíblemente estables y fuertes, pueden usarse como muros o como suelos y son fáciles de prefabricar al milímetro. El ensamblaje en el lugar donde se construye se hace rápida y silenciosamente». El sueño de Michael Green es «hacer un edificio de madera donde todo lo que necesites para edificarlo sea una gigantesca llave Allen». Como un mueble de Ikea, pero a lo bestia.
¿Dónde está la trampa? Intentamos encontrarle alguna desventaja a estos nuevos materiales de la mano de Antonio José Lara, investigador de la Plataforma de Ingeniería de la Madera Estructural de la Universidad de Santiago de Compostela. «El uso de CLT se multiplicó por 100 en los últimos 20 años (es decir, creció un 10000%), con una curva muy acusada en los últimos dos o tres años. Estos productos consumen muchísima madera y lo que ahora es nuevo, se simplificará y se llegará a una mayor eficacia usando menos materia prima. No hay madera en el mundo para construir todo con estos paneles». Lara especifica que la madera debe proceder de bosques jóvenes con sello de gestión sostenible y que el CLT promueve el crecimiento de hectáreas de superficie forestal.
La carrera, como la que disputaron Chicago y Nueva York a comienzos del siglo XX por conquistar los cielos, está en pleno sprint. Queda por ver cuáles son los límites.
Fuente: http://www.elmundo.es