Por Lucía Núñez y Juan Samuelle, de la redacción de El Observador
La revolución forestal que se inició hace casi tres décadas tendrá un nuevo mojón en unos años, cuando la tercera planta de producción de celulosa que se prevé construir en Uruguay esté operativa en las inmediaciones de Paso de los Toros.
Se tratará de una inversión de US$ 4.000 millones, la mayor que jamás haya recibido el país, y estará a cargo de la finlandesa UPM. Exigirá además una contraparte estatal de otros US$ 1.000 millones en obras indispensables para movilizar la materia prima y la producción.
Pero esa nueva obra, que convertirá al complejo forestal en el mayor sector exportador con US$ 2.500 millones anuales –superará con luz lo que hoy consiguen la carne y la soja–, plantea una pregunta: ¿existe suficiente madera en el país para abastecer a tres plantas de última generación con una producción combinada de casi 5 millones de toneladas anuales?
Esa es la respuesta que intenta dar el único jugador que no cesa de crecer y que ya está listo para asumir el desafío planteado por el desarrollo industrial.
Hoy, el sector maderero que alumbró hace 30 años ya está maduro, y se exhibe apto para satisfacer a esa tercera pastera y también al desarrollo que el gobierno anhela suceda en industrializaciones más avanzadas que la de celulosa, con mayor agregado de valor.
En cinco años o poco más –el gobierno quiere colocar la piedra fundamental de la obra en 2018– puede empezar a accionar el tercer pulmón fabril-forestal del país, que se añadirá a los ya existentes en Fray Bentos (UPM) y Conchillas (Montes del Plata).
La primera planta de UPM produce 1,3 millones de toneladas de celulosa al año. Si se considera la tendencia productiva de las plantas celulósicas modernas en el mundo, la nueva producirá de 1,5 a 2 millones de toneladas. Cuando quien suceda a Vázquez corte la cinta, la producción anual de celulosa nacional se ubicará en cerca de 5 millones de toneladas, lo que implicará que las tres plantas en conjunto demanden 17 millones de toneladas de madera por año. Hoy las dos plantas activas demandan 10 millones.
Las tres plantas de celulosa demandarán, en conjunto, 17 millones de toneladas de madera por año.
Algunos ajustes productivos van a ser necesarios, pero no cambios drásticos, puntualizó Carlos Faroppa, presidente de la Sociedad de Productores Forestales del Uruguay (SPF).
Explicó que anualmente se plantan 20 mil hectáreas de bosques con eucaliptos, lo que implica que dentro de cinco años habrá 100 mil hectáreas adicionales. Hoy hay más de 800 mil hectáreas, por lo que a corto plazo se alcanzará el millón. Alcanzar esa cifra implicará una capacidad productiva de más de 20 millones de toneladas de madera de eucalipto al año.
Habrá madera para todos: para los tres complejos celulósicos, para abastecer a aserraderos y a otras industrias, para producir energía a partir de biomasa y para leña. No será necesario depender sí o sí de la importación, algo que otros rubros no pueden evitar para que la industria cumpla con sus demandas externas. Pasa con la lana, por ejemplo.
Tal vez podrá observarse algún cambio de especies en las áreas forestales del norte, donde hoy predominan los pinos, pero no exigirá ni un recambio ni un aumento masivo del área forestada. Además, incide que se ha invertido mucho en desarrollo genético y hoy en las mismas áreas se cosecha mucho más madera y de mejor calidad, más adecuada para cada destino que hace algunos lustros.
Y un detalle no menor es que el aumento de la demanda de materia prima hará que prácticamente cualquier productor de madera para pulpa tenga asegurada la colocación de su producción.
Esta tercera planta «viene a expandir una actividad ya establecida y una forma de hacer negocios que el productor forestal ya conoce. Es probable que se sumen productores de madera a los ya existentes, y es bueno que cuenten con la experiencia de aquellos que ya están en el sector», sostuvo Faroppa.
La fuerte expectativa no solo anidó en el sector agroindustrial y en el gobierno: basta con ver el sacudón del mercado inmobiliario en Paso de los Toros. Faroppa, tras admitir que la tercera planta es útil para todo el país, remarcó que el sector forestal es más que la celulosa: hay aserraderos, industrias de tableros contraenchapados, crecen los emprendimientos de generación de energía y a la vez se impulsa la investigación, la academia y la innovación.
La piedra en el zapato
La madera está. Lo que no está es la logística adecuada para llevarla a la planta y luego de allí, la celulosa al barco. Las conversaciones de UPM con el gobierno abordaron la necesidad de desarrollar obras en el ferrocarril, en la caminería y en los puertos. El Estado deberá reparar 220 kilómetros en caminos rurales y nacionales. La ruta 5 escapa a la realidad de otras vías y luce bien, pero ya soporta demasiado tránsito y es por eso que no solo se piensa en camiones. Las obras ferroviarias serán la llave para el traslado de la pasta de celulosa hacia el puerto de Montevideo, en un auxilio a los caminos de similar valor al que prestan las barcazas que mueven madera por el río Uruguay desde Fray Bentos y M’Bopicuá a Nueva Palmira y Punta Pereira en las operativas de UPM y Montes del Plata, respectivamente.
El puerto, que tiene un canal de 14 metros, necesitará un dragado permanente para barcos de gran calado. Vázquez, al respecto, transmitió algo de tranquilidad: «UPM mostró intención de participar en estas obras».
Las obras que se exigen «tendrán un impacto positivo en todo el sector del agro, no solo en el maderero», subrayó Faroppa.
Rumbo al liderazgo exportador
La forestación uruguaya tenía a un gigante exportando, UPM, y el año pasado empezó a incidir otro, Montes del Plata. Ambas locomotoras cincharon del sector que en 2015 generó ingresos al país por US$ 1.564,5 millones.
Esa contribución al Producto Interno Bruto es especialmente valiosa si se considera que el área forestada, 1 millón de hectáreas, es el 5% del territorio nacional, algo inferior a los 1,1 millones que ocupa la soja y a los 1,6 millones de la agricultura en general.
Y que las plantaciones se han instalado sobre todo en los suelos más pobres, sin ser competitivas con la agricultura y en muchos casos en buenas sinergias con la ganadería. Es más, gran parte del crecimiento de la masa forestal sucede por asociaciones de las industrias y sus brazos forestales con productores agropecuarios.
El crecimiento del sector, a nivel de campo al inicio y luego en lo industrial cuando fue creándose un stock forestal adecuado, sedujo a empresas extranjeras de gran porte. Entre 2004 y 2013 la inversión extranjera directa (IED) para la actividad forestal superó los US$ 4.000 millones. Más del 70% fueron destinadas a la construcción de las dos plantas, la de UPM que comenzó a funcionar a fines de 2007 en Fray Bentos y la de Montes del Plata que lo hizo a mediados de 2014 en Conchillas.
Pedro Soust, director de la Dirección General Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), destacó que la ventaja de la celulosa ante otros productos como granos o carnes es que «tiene una permanencia en sus precios más homogénea», lo que permite «prever negocios más a largo plazo».
El sector se fue robusteciendo constantemente; ni siquiera le hicieron mella la crisis de 2002 ni el conflicto diplomático con Argentina a propósito de la instalación de la primera planta. El puente internacional San Martín estuvo cortado cuatro años ante los reclamos de los ambientalistas de Gualeguaychú, y los bosques, como las plantas de celulosa, siguieron creciendo.
La apuesta forestal ha sido un excelente ejemplo de política de Estado, sostienen como elogio en el sector privado. Ha trascendido a todos los gobiernos desde el primero posdictadura de Julio María Sanguinetti, que implantó la ley forestal que daría el marco jurídico al sector.
La madera, clave en todo este negocio, «es un producto renovable, que lo podemos seguir produciendo en forma ordenada y sustentable», destacó Soust.
Si bien la celulosa es el gran motor, para el gobierno no el único. Soust planteó el interés por experimentar en la producción de fármacos o cosméticos que puedan desarrollarse a partir de las hojas, flores y frutos de los bosques nativos.
Cifras destacadas
Un millón de hectáreas con plantaciones comerciales de madera hay en Uruguay, la gran mayoría bosques de eucaliptos; hay otras 850 mil hectáreas ocupadas por bosque nativo.
16.000 empleos genera el sector forestal, sin contar los puestos de trabajo en el transporte y logística, según el Banco de Previsión Social.
1.800 empresas hay en el país vinculadas al sector forestal; el 92% son micro y pequeños emprendimientos.
Los presidentes y la forestación
Julio M. Sanguinetti
En su primer período de gobierno se aprobó la ley de forestación 15.939, el 28 diciembre de 1987.
Luis A. Lacalle
Fue un gran impulsor del proceso de la forestación durante su gobierno de 1990 a 1995.
Jorge Batlle
Autorizó la instalación en Fray Bentos de Botnia (hoy UPM) el 14 de febrero de 2005.
Tabaré Vázquez
Avaló el inicio operativo de UPM en 2007, autorizó la relocalización de Ence (hoy Montes del Plata) en Conchillas e impulsa la tercera obra.
José Mujica
Inauguró la segunda planta de celulosa, la de Montes del Plata (24 de junio de 2014).